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Mostrando las entradas de julio, 2019

Nosotros.

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Nosotros . Volvés a mí. Cuando menos lo espera el corazón, reapareces. Cuando el tiempo ya te borró te presentás para cambiar el final que vos mismo escribiste. Volvés con tus mismas mentiras, las que esta vez no voy a creer. No sabías que te quería. No sabías que yo no mentí, y ahora ves que siempre te pertenecí. Descubrís tarde todo lo que alguna vez fue tuyo, y que por insensato perdiste. Volvés a mí diciendo que extrañas los momentos, las caricias, los besos. Volvés mostrándome cuánto te duele el pecho de arrepentimiento. Caíste en la realidad que tu inmadurez intentó esconder. Decís que no importa el tiempo que pasó desde nuestro adiós. Decís ya no ser como eras antes, que ya aprendiste con tanto dolor. Te presentás ante mí con todas tus heridas. Pretendés que vuelva a ser yo quien te sane, quien te salve. Jurás que volvés para quedarte, que el tiempo te ayudó a aprender y valorar lo que conmigo tuviste. Durante mucho tiempo te pensé. Fueron muchas las noches que entre

Acto de fe.

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Acto de fe.   No me rendí ante el dolor. Sigo completa, con todas las  piezas que me conforman. Aún estoy sangrando el pasado, es cierto, pero creo en tus abrazos que coagulan cualquier duda.    Gran locura la mía esa de entregarme a vos. La voluntad de querer estar y ser a tu lado crece, aplastando el llanto del ayer. Creo en tu boca, creo en la fuerza que me dan tus besos cuando me llenan de paz.    Estalla mi pecho cuando estás cerca. Si me pierdo me salvas, mientras que con palabras dulces derretís mi corazón. Rompés mis dudas, las tirás lejos. Te quedás para demostrarme que el presente importa más que un pasado fallido.   El futuro nos es invisible. No sabemos cuánto tiempo falta para el dolor, para el adiós. Pero aquí estás, aquí seguís. Me mostrás un hoy que desea ser eterno; mi nuevo hoy que se encuentra en el espacio abierto entre tus brazos y tu pecho. Es posible volver a creer, es posible volver a quemarse y consumirse en nuestro fuego.    Alimentás la voluntad y

Negro.

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Negro.   No estás más. No te volveré a encontrar. De vos conservo tu presencia, aunque ya no te pueda ver, tocar, oír o sentir. Te retengo. No quiero olvidarme de vos. No quiero soltar el recuerdo de tus manos suaves sobre mis mejillas, ni dejar de recordar como latía con nerviosismo mi corazón cada vez que aparecías.   Tan presente te quedaste, que un nudo en mi garganta nace al pronunciar las palabras que nunca escucharás. Pasa el tiempo y vos seguís sin estar. No sé si mi presente aún no avanzó, o si se fue tras vos.    Guardo en mi pecho el dolor de un abrazo que nunca nos daremos. Se llenan mis ojos de húmeda incertidumbre cada vez que te buscan sin encontrarte. En mis manos el poder de olvidar. En mis pensamientos el deseo de mantenerte presente, de seguir con el capricho de aunque sea en mi mente retenerte. Vos en mí te quedaste. Aún en mí vivís.    Mi duelo no es con quien se fue, sino con quien se quedó.  -Sofía Mentesana.