Entradas

Fuego y Viento.

  A veces parecemos Viento, que va libre por la propia dimensión que él crea al pasar. Somos frescos, y cuanto más volamos más arriba estamos, disfrutando del cielo que las miradas, tiernas y curiosas, admiran secretamente en locura. Te  decreto, que como como Viento, podemos sentirnos. Te confieso, que de ahora en más quiero tener el privilegio que él tiene al tocar tu piel sin reparo, de acariciar tu cabello cada vez que salís fuera, para embriagarte del aire que Viento regala incondicionalmente a tus sentidos. Otras veces parecemos hechos de papel, frágiles y diminutos ante tanta inmensidad de un mundo que desconocemos completamente, aunque inocentemente creamos lo contrario. Somos como invisibles, transparentes, sin filtros y listos para escribir sobre nosotros una historia que jamás será leída, porque solo podrá sentirse, sentirse tanto como el primer cuento que se lee en la infancia y deja fantasías toda la vida. Como el papel estamos expuestos, el uno con el otro, de que Fuego n

Náufragos.

Imagen
  Recuerdos estáticos de momentos que alguna vez viví se asoman en mi memoria, como cuchillos recién afilados para apuñalarme; como colmillos de fiera, listos para despedazarme en mil trozos; como aguas calmas pero profundas, letales para alguien que jamás aprendió a nadar, listas para ahogarme.   Nunca imaginé que te recordaría luego. Pensaba, tal vez ingenuamente, que lo nuestro estaba sucediendo en la eternidad. Pensaba que el cariño, la complicidad, el amor y el sexo tenían el poder de detener el segundero de mi reloj, aquel que cuando abrazados en silencio mutuo nos quedábamos, era lo único que podía oírse, pero que jamás nos importó.   Los días y las noches sucedían de maneras casi misteriosas. Algunas veces, tenía la impresión que todo surgía con extraordinaria velocidad. El sol y la luna se veían como si fuesen un mismo cuerpo celeste, brillaban el uno para el otro y eran uno sí mismos. Otras veces, el mundo que nos acorralaba se volvía tieso, inamovible y pesado. Fue en aquell

Óleo y pincel.

Imagen
Hola, ¿nos vemos hoy?  Los recuerdos me atacaron una vez más. No calmó mi ansiedad verte. Ni ese abrazo pudo conmigo y mi fortaleza. Pasé tanto tiempo intentando borrarte de mi mente que guardé en mi corazón todo lo que tenía que ver con vos. Roces, miradas, instantes, dibujos. Dibujos.  No me sirvió de mucho, claro. Siempre fui torpe, ¿te acordás, no? Siempre te reías de eso. Solías decirme que era tímida y que eso te llenaba de ternura, aunque yo nunca lo interpreté así. Para mí fue siempre torpeza, imposibilidad de hacer bien las cosas. Hacer bien las cosas.  Ni siquiera sirvo para decirte adiós. Es decir, lo dije, quise que así fuera. Fue cuando vos primero que nadie supo qué tan grande sería, con el tiempo, esa mentira. Mi mentira. Hoy hemos vuelto a vernos. Volví y volviste. Volviste. ¿A qué?  Entre las muchas frustraciones que recogí con los años, encuentro como una de las peores a nunca saberme espontánea. Siempre pienso mucho las cosas antes de hacerlas, decirlas. E increíblem

CUENTO: Alma.

Imagen
Alma .   Algunos dicen que desde donde él está puede saberlo todo. Y efectivamente, las noticias del otro lado llegan mucho antes que en la vida terrenal. Él sabe que desde su partida, ella no volvió a ser la misma. Sabe que ni las lágrimas ni los años, pudieron llenar el vacío que dejó en la cama, alguna vez compartida entre los dos.   Desde que partió, en medio del oscuro silencio de aquella habitación, todas las noches su ausencia lloró. Hacía varios inviernos que dejaron de verse. Fueron demasiadas las noches que le tocó pasar en soledad, fría y humeda soledad.    Desde el centro del pecho, ella anheló un reencuentro. Deseó con el alma supuestos imposibles: violar la inquebrantable rigidez que existe entre el pasado y el hoy, su nuevo aquí y ahora: entre la vida y la muerte. En medio de la noche, mirándolo sin verlo e impulsada por los recuerdos de toda una vida, su afán es realidad. En la habitación, en esa vieja cama matrimonial, Mujer sientío el roce tibio de su piel, pie

Nosotros.

Imagen
Nosotros . Volvés a mí. Cuando menos lo espera el corazón, reapareces. Cuando el tiempo ya te borró te presentás para cambiar el final que vos mismo escribiste. Volvés con tus mismas mentiras, las que esta vez no voy a creer. No sabías que te quería. No sabías que yo no mentí, y ahora ves que siempre te pertenecí. Descubrís tarde todo lo que alguna vez fue tuyo, y que por insensato perdiste. Volvés a mí diciendo que extrañas los momentos, las caricias, los besos. Volvés mostrándome cuánto te duele el pecho de arrepentimiento. Caíste en la realidad que tu inmadurez intentó esconder. Decís que no importa el tiempo que pasó desde nuestro adiós. Decís ya no ser como eras antes, que ya aprendiste con tanto dolor. Te presentás ante mí con todas tus heridas. Pretendés que vuelva a ser yo quien te sane, quien te salve. Jurás que volvés para quedarte, que el tiempo te ayudó a aprender y valorar lo que conmigo tuviste. Durante mucho tiempo te pensé. Fueron muchas las noches que entre

Acto de fe.

Imagen
Acto de fe.   No me rendí ante el dolor. Sigo completa, con todas las  piezas que me conforman. Aún estoy sangrando el pasado, es cierto, pero creo en tus abrazos que coagulan cualquier duda.    Gran locura la mía esa de entregarme a vos. La voluntad de querer estar y ser a tu lado crece, aplastando el llanto del ayer. Creo en tu boca, creo en la fuerza que me dan tus besos cuando me llenan de paz.    Estalla mi pecho cuando estás cerca. Si me pierdo me salvas, mientras que con palabras dulces derretís mi corazón. Rompés mis dudas, las tirás lejos. Te quedás para demostrarme que el presente importa más que un pasado fallido.   El futuro nos es invisible. No sabemos cuánto tiempo falta para el dolor, para el adiós. Pero aquí estás, aquí seguís. Me mostrás un hoy que desea ser eterno; mi nuevo hoy que se encuentra en el espacio abierto entre tus brazos y tu pecho. Es posible volver a creer, es posible volver a quemarse y consumirse en nuestro fuego.    Alimentás la voluntad y

Negro.

Imagen
Negro.   No estás más. No te volveré a encontrar. De vos conservo tu presencia, aunque ya no te pueda ver, tocar, oír o sentir. Te retengo. No quiero olvidarme de vos. No quiero soltar el recuerdo de tus manos suaves sobre mis mejillas, ni dejar de recordar como latía con nerviosismo mi corazón cada vez que aparecías.   Tan presente te quedaste, que un nudo en mi garganta nace al pronunciar las palabras que nunca escucharás. Pasa el tiempo y vos seguís sin estar. No sé si mi presente aún no avanzó, o si se fue tras vos.    Guardo en mi pecho el dolor de un abrazo que nunca nos daremos. Se llenan mis ojos de húmeda incertidumbre cada vez que te buscan sin encontrarte. En mis manos el poder de olvidar. En mis pensamientos el deseo de mantenerte presente, de seguir con el capricho de aunque sea en mi mente retenerte. Vos en mí te quedaste. Aún en mí vivís.    Mi duelo no es con quien se fue, sino con quien se quedó.  -Sofía Mentesana.

Actualidad.

Imagen
Actualidad.   Sin saltar ni cruzar. Sin construir puentes o caminos. Desde muy dentro el corazón grita que es válido tener sentimientos y que es posible encontrarnos, pero nos gana la cobardía. Evitamos la emoción de saltar al vacío por miedo a la caída. No corremos hacia el otro por miedo a cansarnos en vano, o de perdernos en el camino.    A pesar de que no nacimos configurados para siempre huir, nos acostumbramos a escapar. A entregar la mitad. Perdemos de sentirnos mas vivos en un abrazo por temor a que no sean los brazos correctos.  El espanto hace pensar que de verdad es necesario esconder las emociones, y como cualquier otro miedo que a su paso va sofocando y dejando sin aire, nos paraliza.   Creamos límites. Nos encerramos en nosotros mismos. No abrimos ni dejamos pasar. Preferimos seguir jugando entre las costumbres enfermizas de ésta actualidad. Que estupidez retroceder; que absurda la cobardía, la insensibilidad y la frialdad de quienes hoy por miedo a enfrentar las

Ausencia presente.

Imagen
Ausencia presente.    No sé que hago mirándote, porque ni siquiera estás acá, frente a mí. No estás y no te veo. Pero te miro y observo por entero, de todas las maneras posibles que encuentro en mi soledad. Manipulaste directamente mis sentidos, te los llevaste hace tiempo para controlarlos y manejarme como más quieras, incluso sin saberlo, lo hiciste. Hoy te hago responsable por todos los días recordarte. Te ví haciéndolo, ví como me veías caer en la absurda situación emocional que me provocaste. No se que hago hablándote, porque no estás acá, no estás escuchándome y probablemente no me escuches nunca. Pienso y pensaré en vos. Empiezo a creer que te convertiste para siempre en mi pensamiento recurrente más fiel. Al menos en ésta dimensión, en éste universo de mi mente podés serle fiel a algo, tener continuidad y estar. Al menos en mis recuerdos estás presente. Al menos de acá nunca te irás. -Sofía Mentesana.

Sujetos sujetados.

Imagen
Sujetos sujetados.    Angustia. Un nudo en la garganta. Desierto. Nada concreto, nada acabado. Temor a lo que está lejos, precisamente porque está cerca. Temor a eso que por naturaleza no se hace luz ni se revela, precisamente por su imposibilidad en hacerse conocer. Así nos atamos, aferramos, no soltamos, nos sujetamos fuerte. Nos sujeta durísimo mientras que nos hace devenir en sujetos con-figurados.    Sujetos atados, arrastrados hacia la imagen, hacia el fantasma del "allá". Sujetos sujetados por la agonía de la incertidumbre. Duele, pesa y mata el desconocimiento, eso que nos desconcierta y aboga por el aislamiento entre vos y yo. Similar a la agonía de sabernos morir solos es tener conocimiento de que no moriremos juntos. No vendrás conmigo ni yo iré con vos.    Duele, pesa y mata porque se oculta. Lejos es aquel desierto que está tan cerca. No termina, no sabremos cuándo, ni cómo, ni por qué. Un respiro más, inhalar una vez más nos aleja de aquel desierto